
El papa Juan Pablo II instituyó en 1992: "el 11 de febrero, como la Jornada Mundial del Enfermo", y tiene como objetivo manifiesto, sensibilizar a las personas y a las instituciones sanitarias católicas y a toda la sociedad civil, sobre la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos. También es una oportunidad para expresar, gratitud y aprecio al personal de salud comprometido con la atención de quienes por diferentes circunstancias, sufren de alguna dolencia, dedicando sus mejores esfuerzos a restablecer la salud en estas personas.
Hoy se sabe que pese a la búsqueda de nuevos y eficaces modos para aliviar el dolor por parte de la comunidad científica, el sufrimiento sigue siendo un hecho fundamental de la vida humana y que va más allá del aspecto meramente físico.
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